Prevención!



¿El autoexamen es realmente útil?


Si tiene más de 20 años, es hora de ponerse en contacto con sus senos. Una vez al mes, usted debe realizar un autoexamen de los senos (EEB) para comprobar si algo nuevo o diferente. Si aún está menstruando, adquiera el hábito de realizar una EEB en la ducha en el primer día de cada período. De lo contrario, elegir un día cada mes para su EEB. Para realizar el examen de la EEB, levantar un brazo, poniendo su mano detrás de la cabeza. Con la otra mano, mantenga los dedos planos y moverlos alrededor de su pecho desde el pezón hacia afuera en movimientos circulares pequeños, sentir si hay abultamientos, nódulos duros o áreas que parecen densa o espesa. Siente todo el camino al lado de su seno, en su axila. Repita con el otro lado. Al salir de la ducha, examinar sus senos en el espejo, primero con los brazos a los lados, a continuación, con los brazos levantados sobre tu cabeza. Busque las áreas de formación de hoyuelos o inflamación, o cualquier cambio en el pezón. En caso de encontrar algo inusual en sus senos, llame a su médico. Lo más probable es que no es nada, pero no se sabrá hasta que usted pida.
 La mayoría de las veces se trata de tumores aun no invasores, con curaciones en cerca 
del 100% de las ocasiones.


Revisiones periódicas

A partir de los 35 años, la mujer debe comenzar a realizar anualmente
sus controles mamarios. Es a esta edad, aunque algunos piensan que
es preferible a los 40 años, cuando debe efectuarse el primer estudio
mamográfico, que servirá de base comparativa con los siguientes controles.
Hasta los 40-45 años la mamografía se repetirá cada 2 años y después
anualmente. La revisión incluirá un interrogatorio pormenorizado y una
inspección y palpación cuidadosas. La ecografía, sobre todo en mujeres
jóvenes, será muy útil para completar el estudio radiológico.

Los programas de screening

El screening, tamizado o selección, es un método para detectar una enfermedad
no diagnosticada ni sospechada. Según la Organización Mundial de la Salud
se trata de la identificación presuntiva de un defecto o enfermedad no reconocida
mediante pruebas, exámenes u otros medios que puedan ser aplicados rápida y fácilmente.
Con estas pruebas no se pretende hacer un diagnóstico. Las personas con hallazgos positivos
o sospechosos son remitidas a sus especialistas para diagnóstico y tratamiento si procede.
El estudio debe repetirse cada año o dos años en función de las características de las pacientes,
fundamentalmente de sus factores de riesgo. Diferentes estudios llevados a cabo en todo
el mundo en los últimos 40 años, han demostrado que estos programas consiguen una reducción
de la mortalidad del cáncer de mama entre el 30 y 40%. Esta reducción es más significativa
en mujeres por encima de los 45 años; sin embargo el no incluir para estudio a mujeres
entre 35 y 45 años supondría el retraso diagnóstico de más de un tercio de todos los
cánceres de mama, riesgo éste que no puede ser aceptado.

La peligrosidad de la mamografía

Lamentablemente está muy arraigada, incluso entre profesionales de la medicina,
la idea de que la mamografía es una exploración peligrosa. Efectivamente, la mamografía
comporta la utilización de rayos X y estos no son inocuos. Se estima que, con las actuales
películas ultrarrápidas incluidas en cassettes al vacío y equipos de mamografía autoprotegidos,
la dosis de radiación para un estudio de ambas mamas en 2 proyecciones no alcanza la cifra
de 0,03 rad. Conviene recordar que la dosis de radioterapia que recibe una mama
conservada después de la extirpación de un cáncer es de unos 5.000 rad.
Es muy conocida una relación de algunas actividades de la vida diaria que se comparan
con el hecho de hacerse un estudio mamográfico completo: el riesgo es el mismo que tener
60 años de edad durante 10 minutos, fumar tres cuartas partes de un cigarrillo,
viajar 1.000 Km. en avión o 150 en automóvil. El riesgo es tan remoto, que se
necesitarían 50 millones de mujeres controladas durante 20 años para poder demostrar el peligro,
si es que existiera, después de la dosis de 1 rad.

La dosis de radiación empleada en la mamografía es mínima, por lo que resulta inofensiva.

Otros métodos complementarios a la mamografía son la exploración física, realizada periódicamente 
por el médico o por la propia mujer. Sin embargo, este método no permite diagnosticar tumores
 pequeños, que sí serían diagnosticados con una mamografía. Se estima que la mamografía 
permite detectar el 90% de los tumores y el examen físico solamente un 50%.



No se recomienda la realización de autoexploración de las mamas como único 
método de diagnóstico precoz, debido a su baja fiabilidad.